Montag, 20. Februar 2012

Poeta

El tiempo parece pasar eternamente lento. Ahora aquí en el avión lo siento. ¡Cómo te extraño, Tita! Me duele tu ausencia, siento añoranza, un vacío. En casa, cerca de tí gozaba de tu espiritu, te sentía más cerca. Ahora que de nuevo me alejo ó paresco alejarme, vuelven las lágrimas, el dolor. Te amo y saber que no volveré a abrazarte, tocarte, besarte, escucharte, olerte y mirarte a los ojos me duele hasta el alma. Cerca de la familia ahí en casa unidos andaba entretenida y distraida. Era casi como pretender que ahí andabas medio cerquita, ni tan lejos, ahí por ahí. Sentí muy presente y tan hermoso tu espiritu: paz, fortaleza, alegría. Lijera tú y feliz al fin libre, reunida con tus seres amados. Ahora soy yo la que se queda atrás para sentir el dolor de haberte perdido. Sólo puedo soñar que ahí estarás cuando se levante mi espiritu. Mientras tanto lo que permanecen son incontables las memorias contigo llenas de amor, calor y sabrosura. Me quedo en el mundo sensual terrenal atada a este cuerpo finito sintiendo el hueco que dejas, sintiendo el dolor que avisa cuanto me haces falta.

Y ahora ¿en donde te encuentro? ¿En donde te veo? El luto regresa en mi soledad y me duele tu partida. Me dejas tanto tanto tanto amor y aún así estoy sufriendo. Gracias por enseñarme donde está mi casa, por demostrarme a donde pertenesco, por llamarme, buscarme y hacerme sentir querida, amada e importante. Gracias por nutrir mis raíces para que cresca con la fortaleza de alguien que sabe donde está en casa. Gracias por amarme, por buscarme cuando andaba perdida. ¿Y ahora sin tí que hago? Llorar y llorar y llorar porque nadie me hace sentir como tú. Simplemente me haces falta, tus atenciones, saber donde estás, donde te puedo encontrar. Pues ahora estás con Dios. ¿Y qué de mis cinco sentidos? Ellos se quedan abandonados. No más besos de clavel, no más tu voz hermosa, tu mirada intensa, tus humores cambiantes, tus abrazos y atenciones terrenales. Te he sentido, he sentido tu espiritu y su generosa presencia, el poder de sus milagros, su presencia divina, su paz, su amor, su fortaleza, su fé y su alegría. ¿Porqué sufro entonces? ¿Porqué duele tanto tanto tanto tu partida? Sólo quiero llorar del dolor que siento. No entiendo bien todo esto. Sé que estás feliz y en paz y yo me quedé atrás y demás tal vez no fue suficiente lo que hice pues te mereces mucho más. O es simplemente egoista mi dolor porque deseo verte, tenerte y sentirte como estaba acostumbrada. Pues será el sereno pero pinche duele tu partida, duele en el alma y en el corazón. Y en mi soledad lo siento ese dolor y quisiera poder refugiarme en tus brazos, en tu cariño y en tu calor.


LH, D.F.-Frankfurt, 4-7-2011

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