Y ahora ¿en donde te encuentro? ¿En donde te veo? El luto regresa en mi soledad y me duele tu partida. Me dejas tanto tanto tanto amor y aún así estoy sufriendo. Gracias por enseñarme donde está mi casa, por demostrarme a donde pertenesco, por llamarme, buscarme y hacerme sentir querida, amada e importante. Gracias por nutrir mis raíces para que cresca con la fortaleza de alguien que sabe donde está en casa. Gracias por amarme, por buscarme cuando andaba perdida. ¿Y ahora sin tí que hago? Llorar y llorar y llorar porque nadie me hace sentir como tú. Simplemente me haces falta, tus atenciones, saber donde estás, donde te puedo encontrar. Pues ahora estás con Dios. ¿Y qué de mis cinco sentidos? Ellos se quedan abandonados. No más besos de clavel, no más tu voz hermosa, tu mirada intensa, tus humores cambiantes, tus abrazos y atenciones terrenales. Te he sentido, he sentido tu espiritu y su generosa presencia, el poder de sus milagros, su presencia divina, su paz, su amor, su fortaleza, su fé y su alegría. ¿Porqué sufro entonces? ¿Porqué duele tanto tanto tanto tu partida? Sólo quiero llorar del dolor que siento. No entiendo bien todo esto. Sé que estás feliz y en paz y yo me quedé atrás y demás tal vez no fue suficiente lo que hice pues te mereces mucho más. O es simplemente egoista mi dolor porque deseo verte, tenerte y sentirte como estaba acostumbrada. Pues será el sereno pero pinche duele tu partida, duele en el alma y en el corazón. Y en mi soledad lo siento ese dolor y quisiera poder refugiarme en tus brazos, en tu cariño y en tu calor.
LH, D.F.-Frankfurt, 4-7-2011