En el jardín frente un cálido sol matutino,
Los pajarillos cantan.
Salió mi hija porque quieren meter la máquina del karaoke que está en el garage.
Interrumpiendo mis pensamientos como de costumbre.
Sí, le digo.
El aire sopla.
Una brisa fresca interrumpe brevemente el ardor de los rallos de sol.
Vuelven a hervir la frente, las mejillas y el brazo escritor.
Siento.
En la profundidad del pecho subyacen sentimientos hondos.
Se asoman y me envuelven como gigantescas olas saladas, las de un mar de emociones.
El agua es pesada al retraerse.
¿Me ahogaré?
Mejor sólo quiero pasear por playa, mojándome sino tantito al andar.
Igual se oyen con claridad las olas
que proclaman movimientos titánicos de mar.